Hamlet. Un mundo desquiciado. #Libra.
@bestiecilla
Un mundo desquiciado
¡El mundo está desquiciado! ¡Vaya faena, haber nacido yo para tener que arreglarlo!
La fama de los libra –encantadores, sensatos, balanceados– no empata, de entrada, con la imagen de un príncipe enfurecido que busca vengar el asesinato de su padre. Y es que Hamlet es un típico libra, sí, pero oscurecido. Es un libra al que las cosas le salieron mal.
Como cualquier rasgo de carácter, la búsqueda de armonía de los nacidos bajo este signo, que en general es considerado un rasgo positivo, tiene un lado B: puede degenerar en locura. El caos y la transformación constante, que es el estado natural de las cosas, puede trastornar a aquellos excesivamente sensibles: aislarse es su manera de protegerse de un mundo que no son capaces de poner en orden (nadie lo es, pero eso ellos no lo saben). La obra de Shakespeare ocurre en un mundo tan decadente y lleno de fantasmas que llevaría a cualquier libra a decir: Ser o no ser, he ahí el dilema. Los libra siempre están en un dilema.
¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados, las tropelías que recibe pacífico el mérito de los hombres más indignos, las angustias de un mal pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos, el desprecio de los soberbios?
Excelentes diplomáticos y abogados, los libra buscan la justicia. Pero la búsqueda de justicia puede ser también una búsqueda de venganza, y a cualquier costo: cuando el joven príncipe monta su célebre obra de teatro para recrear el asesinato de su padre, sus planes son poner en evidencia la traición cometida por el actual rey y restablecer así el orden del mundo. Pero las cosas se salen de control cuando la obsesión de este héroe trágico degenera es demencia: su tío lo destierra, Hamlet parte a Inglaterra, Ofelia muere ahogada, la reina bebe un vino envenenado y muere, luego Hamlet hiere al asesino de su padre y lo hace beber del vino envenenado para después beberlo él mismo y también terminar muerto.
A los libra les cuesta trabajo centrarse en sí mismos para tomar decisiones basados en la realidad, más allá de sus proyecciones de cómo debería ser el mundo. Su ego se disuelve fácilmente a favor del otro, incluso cuando, como en el caso de Hamlet, el otro es su padre muerto. Tanto trabajo les cuesta aceptar el desbalance, que la frustración les gana fácilmente la batalla y puede llevarlos a los límites trágicos de la historia del príncipe de Dinamarca. No por nada la posición de los libra en la carta astral es aquella donde, según los antiguos, el sol se alejaba en su carroza para caer abajo del horizonte.
- Foto Sir Laurence Olivier en Hamlet.