Robin Hood: un Sagitario a capa y espada.

@bestiecilla
Levántate una y otra vez hasta que los corderos se conviertan en leones.

 Los sagitarios son expansivos, inquietos, optimistas. Tienen un sentido del humor grácil y una visión extraordinariamente amplia: imaginemos al bromista que se pasa la reunión diciendo ocurrencias –varias de ellas imprudentes– hasta que de pronto da en el clavo y con un comentario aligera el ambiente. Con su flecha siempre apuntando al cielo, el arquero sagitario busca alternativas novedosas, horizontes más justos, finales felices.

Hablemos de arqueros.

Según la leyenda, Robin Hood, habitante del bosque de Sherwood, despojaba de sus pertenencias a los ricos para entregarlas a los más necesitados. Las primeras menciones del príncipe de los ladrones están en las baladas tradicionales de la época, es decir, en el “boca en boca” de la gente común y corriente. Y aunque su existencia como figura histórica real está a debate, ha estado asociado con diferentes personajes a lo largo del tiempo: algunos dicen que vivió entre el 1160 y el 1247 y que está sepultado en Kirklees Priory, en West Yorkshire, otros lo consideran la representación de un antiguo dios campestre (Robin es un nombre común entre las hadas) y hay historiadores que afirman que Robin Hood era la forma en que se denominaba genéricamente a los justicieros de los bosques.

Hay leyendas delineadas con tal detalle que se convierten en personajes que, si bien habitan los territorios de la ficción, tienen un temperamento propio. Con su mandato de robarle a los ricos para darle a los pobres, Robin Hood encarna a la perfección la personalidad típica de un sagitario. No olvidemos que es el signo de los derechos sociales: luchar contra la injusticia y a favor de la libertad está siempre entre sus prioridades.

Eso sí: a veces la visión expansiva de sagitario hace que pierda de vista el detalle. Robin Hood se mueve con toda comodidad por el bosque, conoce sus caminos, pero acaso no se ha tomado el tiempo para detenerse a estudiar la textura de los troncos que lo rodean o a escuchar el canto de los pájaros. Ése es justamente el reto de este signo: aterrizar, detenerse a observar, bajar el arco para ver la hierba.